Muchas veces hemos caído en el error de pretender tener una lectura de cartas precisa, pero sabiendo lo que ya sabíamos de antemano. Buscando en las cartas y su intérprete que nos diga lo que queremos escuchar, satisfacer nuestra idea. Un poco incongruente, pero créanme, es lo que pasa muy frecuentemente. 

Como tarotistas e interpretes debemos siempre tratar de llevar, casi como de la mano, a nuestros consultantes. Es así como se efectúa el primer contacto o los primeros pasos para lograr una buena lectura. Pero ojo, tampoco se trata de llevar al consultante hacia donde nosotros queremos, es un conjunto de matices, donde ambos van siendo guiados por una entidad, que no es más ni menos la baraja u oráculo que estemos leyendo o interpretando en el momento. 

Muchos tarotistas o videntes tienen pequeños rituales antes de empezar, siempre digo lo mismo los aprendices. Hagan lo que sientan, si se siente a gusto hacerlo previamente, genial, y si no, también está genial. No hay nada peor que forzar algo que no queremos hacer, recuerden de que leer las cartas no se debe tornar estructurado ni como un trabajo pesado, todo lo contrario. Debe ser divertido, entretenido y a la vez, lógicamente, teniendo la seriedad del caso. Recuerden que cada persona mide su problema basándose en sus propios conceptos. Lo que para nosotros es simplemente una «tontería» para el consultante puede ser algo «terrible». Actuemos siempre sin preconceptos de nadie ni nada.

Si no estamos preparados para intuir o evidenciar el porqué nos está buscando el consultante, solamente debemos preguntar, sin más, sin miedo ni pensando que si preguntamos algo nos van a tachar de no saber «nada». Pero es preferible pecar de ignorante y sabio, que pecar de soberbio y farsante.